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La llama de Natalia Ginzburg

De los 31 libros que escribió Natalia Ginzburg durante su vida, entre novelas, ensayos, biografías y crónicas, sólo uno fue de cuentos: A propósito de las mujeres. Publicado en Italia recién en 2016, con motivo del centenario de su nacimiento, un año después Lumen lo tradujo al español. Al igual que Acantilado, esta editorial viene realizando una operación de rescate de sus obras, digna del mayor reconocimiento.

Las pequeñas virtudes, Y eso fue lo que pasó, Todos nuestros ayereso Léxico familiarson libros hermosos, tiernos, íntimos, desesperados, crueles y, a su manera, compasivos. Se alimentan tanto de la memoria como de la fantasía. Y están escritos con un estilo despojado, que deja espacio para al silencio y la duda, así como a una fuerza extraña que no alcanza a ser esperanza.

Es imposible encontrar en sus páginas juicios tajantes al accionar de los personajes. Ginzburg comprende como nadie la naturaleza ambigua de la existencia humana. Podría decirse –siguiendo las palabras de Juan Benet– que se acerca con un fósforo encendido a esa zona de sombras que es la vida, pero más que para iluminarla, para comprender toda su complejidad. Y para no olvidarla.

Sin estridencias, Natalia Ginzburg narra situaciones que escapan a cualquier noción del “deber ser”. La anima una profunda vocación por comprender al otro, una actitud hacia las vidas ajenas que, de no ser por el contenido religioso al que remite la palabra, podríamos calificar de piadosa. Lo correcto sería decir que Ginzburg despliega una piedad “laica” en relatos como “Los niños”, sobre unos hermanos que no aman a su madre, una mujer bella pero amarga, que los recrimina todo el tiempo porque en el fondo está insatisfecha con su matrimonio. En “Traición”, un joven adinerado intenta deshacerse de Ángela, un antiguo amor, no sin antes seducir a la hermana pequeña. ¿Por qué Enzo actúa así? ¿Simplemente por crueldad? ¿Cobardía? ¿Ego?

Ginzburg no nos da la respuesta, pero de manera sutil nos acerca a experiencias que son difíciles de comprender. No condena a la mujer infiel pero desesperada de “La casa junto al mar”, uno de los puntos altos del volumen, un cuento que destila dolor, vergüenza, angustia; y también el reverso de todo aquello: indiferencia.

Admiración

“Quien asegura encontrar en Ginzburg, debido a su lenguaje desnudo y crudo, una influencia de la literatura estadounidense, está emitiendo un juicio ingenuo. La veta de la que se alimenta es de la narrativa que es toda ojo, toda acontecimiento, toda tácita simpatía por lo humano, la misma veta de la que se alimentan desde Maupassant hasta Chéjov y que llega hasta Mansfield”. Italo Calvino (1923-1985), escritor italiano que compartió con Ginzburg en la editorial Einaudi. Entre sus libros destacan Las ciudades invisibles, La hormiga argentinay La nube de smog

“Me gusta pensar que en el futuro, cuando alguien me pregunte qué ha sido de mi vida durante estos meses, responderé simplemente, con alegría, que he estado leyendo a Natalia Ginzburg”. Alejandro Zambra (1975), narrador chileno, autor de Bonsáiy Mis documentos, entre otros libros.

 

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